Modulo 4 - La Vida En La Comunidad Cristiana
Comunidad Cristiana
En primer lugar, porque no existe una comunidad, sino una red de comunidades, no existe un modelo único de vida y organización comunitaria, sino una pluriformidad, según las circunstancias y los lugares. La comunidad cristiana se basa en alabar la vida del hijo de Dios hecho hombre, su vida, su sacrificio y su paso por la tierra. Su enseñanza es la base fundamental del culto cristiano y a pesar de que muchos creen que fue el mismo Jesús quién creó la religión, realmente fue la iglesia quien arraigo dichas enseñanzas a través de la historia y el mundo. Esta creencia genera contradicciones de manera general, ya que muchos catalogan al cristianismo como la religión evangélica, sin embargo, la explicación más exacta para el término cristiano no es más que “toda persona o iglesia que crea en las enseñanzas de Dios y su hijo” por lo cual no hace referencia a una doctrina en particular.
- Carácter sacramental de la comunidad: “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos’ afirma Jesús en el evangelio de Mateo. Jesús garantiza su presencia en la comunidad, si ésta lo es ‘en nombre” suyo. La comunidad cristiana es así el signo sacramental de la continuidad de la presencia del Resucitado en cada generación.
- Acogida del Reino: Es una actitud individual y comunitaria. Para entrar en el Reino hay que tener el corazón de un niño, saberse en manos de Dios. Ello genera una confianza radical en Dios y una dependencia filial de Él.
- Unión Fraterna: La unión fraterna se expresa en la unanimidad, que no significa pensar todos igual, sino en “sentir’ con un solo corazón y una sola alma.
- Fracción del Pan: La fracción del pan es el gesto sacramental de la presencia de Cristo en la comunidad apostólica; una presencia que sostiene la vida de la comunidad e impulsa hacia la misión. La oración de la comunidad apostólica es a la vez alabanza e intercesión. Alabanza por la obra de Dios que se va realizando en la vida de la comunidad y en la de las personas que la rodean.
Al final de nuestro recorrido, la comunidad apostólica nos aparece como sacramento de la presencia del Resucitado, que acoge la presencia del Reino con un corazón de niño; que vive en continua fidelidad al Evangelio, con unión fraterna y solidaridad entre sus miembros, acogiendo a los forasteros, respetando a los débiles, corrigiendo a los caídos, y perdonando a todos; que se reúne asiduamente para la fracción del pan y para la oración; que soluciona sus conflictos con el diálogo que busca el consenso; que respeta a los dirigentes y se mantiene fiel en la tribulación; que testimonia la Resurrección con signos eficaces que la hacen significativa en su ambiente.
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